“Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar” (Lc. 9,2)
Pastoral de la Salud es la presencia y la acción, en
nombre del Señor Jesús, de un ministerio de relación de ayuda, específico,
entusiasta, encarnado y capacitado, iluminativo, celebrativo, creativo y
organizado que tiene como modelo acabado la espiritualidad del Buen Samaritano.
El sale al encuentro del enfermo, de su familia, de los profesionales de la
salud, de las estructuras de salud y de todas las personas para potenciar una
cultura más humana y más cristiana frente al dolor, al sufrimiento, la
discapacidad, la agonía, al duelo y a la defensa de la vida.
Ministerio llevado a cabo desde la fe, por el anuncio y
testimonio de toda la comunidad cristiana (específicamente por el obispo,
sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, ministros extraordinarios de la
comunión, agentes de pastoral, profesionales cristianos de la salud y por el
mismo enfermo) apoyándose en los auxilios de la gracia divina que son dados en
la vida sacramental, en la escucha de la palabra revelada y en la vida profunda
de oración.
Su objetivo: es ofrecer salud-salvación por
medio de la curación, asistencia, liberación, sanación, reconciliación, sentido
vital, crecimiento humano y salvación.
Su misión: es el encuentro con el enfermo, su
familia, con los profesionales de la salud, con las estructuras de salud y con
los sanos para potenciar un cultura mas humana y cristiana frente al dolor, al
sufrimiento, a la discapacidad, a la agonía, a la muerte, al duelo y a la
defensa de la vida.
“Los envío a proclamar el Reino y a curar” (Lc. 9, 12)
es el mandato de Jesús a sus discípulos que hoy nosotros como cristianos
debemos asumir.
Para el enfermo, los centros de salud, los hogares de
ancianos, y sus mismas casas, pueden ser el lugar de grandes soledades, pero
también el medio para encontrarse consigo mismo, con la ayuda de otros
enfermos, con el amor de los suyos, con personal sanitario que trata de
forma humana y competente y con Jesús, cuyo nombre significa “Dios es la
salud”.
Para el personal sanitario y los familiares de los
enfermos, el Hospital y la casa del enfermo son a menudo fuente de
dolor, angustias reprimidas y de conflictos, pero si se vive cristianamente,
también puede transformarse en una de sus más hondas satisfacciones que
provocan y ayudan al encuentro entre el enfermo y Jesús “El Buen Samaritano”,
que se hace prójimo de aquel que sufre.
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